04 noviembre 2010

INFRASERES y BOCACHANCLAS

En los últimos tiempos contemplo unos debates apasionados, un tomar posiciones, un dejarse llevar por tan elevados principios, que es para sacar pecho de la madurez ideológica y la sensibilidad de los teóricos de la cultura pop. Me congratula que el s.XXI haya abierto de esta forma las conciencias.

Que los funcionarios del Ministerio de Cultura o como quiera dios que se llame aquella cosa van y etiquetan de “X” una franquicia de peli de terror para que las personas no puedan ir a verla más que a cines porno, ¡toma rasgado de vestiduras generales y debates encendidos en los foros pajeros! ¿Qué es esto de censurar una película? ¿Es que vamos a tener que volver a Perpignan, como hace generaciones? ¿Es que ya no nos van a dar ni la oportunidad de poder ver el cartel en las salas para bajárnosla del Internet?

Pero es que no es un hecho aislado, que se ha decidido en esas – supongo – apasionantes reuniones de los burócratas llenos de dinamismo en el despacho de arte y cultura, entre manejar unos muy importantes presupuestos para hacer trípticos sobre el Museo del Simio y prepararse el siguiente modelazo para la aparición pública en un besamanos. Van y traen una película fuertecita a un festival, y se organiza otro escándalo-risión en la tele, con lánguidas y retrasadas estrellas de los mass media expresando su consternación por este atentado contra los muñecos de plástico, y tertulianos fronterizos condenando el hecho común y haciéndose un taco, que una ya no sabía si aquello era un debate sobre cine o apelaban a la unidad de los demócratas contra el terrorismo u otra cosa de tertulias de este corte.

Un par de revistas satíricas publican unos chistes gráficos sobre populares personajes del mundo social, de estos que sacan las manitas para saludar desde sus palacios, y las autoridades secuestran los números en nombre de la ley, la lucha contra el poco respeto que tiene el populacho ante las personas de categoría y un sinfín de argumentos mongoloides hundidos en la ola de pensamiento políticamente correcto que nos invade. De nuevo, movilización escandalizada y declaraciones contundentes contra este atropello contra la libertad de expresión, defensa numantina de las obras artísticas: sin restricciones, sin censura y buen rollo. Que es una broma, una sátira, el animus iocandi, que no queremos que quemen la voluntad creadora y su puta madre...

Se publica un libro de un popular personaje de la tele, conocido en España por sus declaraciones de bocachancla y mamarrachadas diversas (debe ser frustrante que lo que haya querido ser uno es un profundo y respetado intelectual, y convertirse en lo más parecido a un mequetrefe de reality show, pero es lo que pasa cuando te carbonizas haciendo el indio…), se marca un speech bravucón sobre su querencia lasciva por las menores, querencia dicho sea de paso compartida por un amplio sector del target masculino, y le hacen un supercampaña de publicidad acusándole de comeniños unos y de adalid de las libertades otros. Unos piden como hidras, en nombre de las lolitas del manga y sus derechos, que se le eche del organismo autonómico donde sale diciendo estupideces la mayor parte del tiempo, y otros firman un solemne manifiesto de extrema derecha apoyando su entereza moral de pichabrava español.

Ahora, el “Me sucedió a Mí”. 

En 1997, un colaborador de mi fanzine, que tuvo un momento de medio gloria en este mundillo por sus textos de provocación atolondrada, como un Dragó pequeño, escribe un artículo satírico en el que se ríe del popular dueño de una discográfica independiente. Utilizando el Cuento de Navidad de Dickens, parodia, se mofa y befa del conocido empresario para hacer la jaimitada de bocazas, tan habitual en él. El empresario monta en cólera, y nos pone una demanda de responsabilidad penal, pidiendo 500 millones y cárcel para cada uno de nosotros.

Llega el juicio y me da que el juez hubiera querido multarnos a todos, demandante y demandados, por gilipollas, jipis y tontolabas. Nuestros abogados presentan como pruebas los fanzines que publicaba el propio denunciante, en el que aparecen unos tebeos donde se hace parodia, mofa y befa de sucesos tan populares como el de Alcásser.


Juro que no voy a volver a mencionar este incidente, que parece que le gusta tanto a las personas, pero me pregunto, 

¿Dónde estabais entonces, infraseres? 


4 comentarios:

El Ete dijo...

Ja ja ja ja ja ja!!!!

Namaste!!

Grace Morales dijo...

xddddd, Namaste!!

Paolo2000 dijo...

Yo al susodicho empresario una vez yendo ciego omo una rata, le dije que me parecía muy feo todo aquello que había pasado. El caballero ante mis 2 metros de altura se mostró conciliador y quiso quitarle hierro al asunto. Creo que hasta me invitó a algo...

Grace Morales dijo...

Al principio no sabía de qué me estaba hablando. Luego ya sí.

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